La agricultura vertical es un enfoque alternativo de la agricultura. Se trata del cultivo de plantas dentro de edificios (farmscrapers), usando soluciones de luz artificial y nutrientes, quedando excluida la necesidad de usar tierra y sol.
La idea de este tipo de “invernaderos” es que puedan ser capaces de alimentar a un gran número de personas. Este tipo de plantaciones ha alcanzado una prominencia mucho mayor en la última década, gracias sobretodo a los avances en hidroponia (plantas que no necesitan tierra) y tecnología LED que imita la luz solar.
Esto parece una alternativa bastante tentadora, ya que el cambio climático y el hambre en el mundo son una realidad. La temperatura del planeta ya está en aumento, con los riesgos de sequía que ello conlleva, las tormentas, erosión del suelo,… condiciones que afectan a la producción y distribución de productos agrícolas. Además, el mercado agrícola es muy dependiente del clima.
La alternativa que nos ofrece el cultivo de interiores, nos brinda la seguridad de nuestros cultivos al estar protegidos frente a los cambios climáticos, y a la vez reducimos la presión sobre el uso de la tierra, permitiendo aumentar la biodiversidad y abriendo la oportunidad para reurbanizar. Además, al tener unas condiciones controladas, nos aseguramos una producción contínua durante el año. También se promete un menos consumo de agua, una reducción de la maquinaria agrícola (que usa combustibles fósiles) y no sería necesario el uso de pesticidas ni herbicidas.
Como toda corriente, esta también tiene sus detractores. Los que se oponen a esta corriente, destacan el sospechoso interés de los inversionistas tecnológicos de Silicon Valley y de los países petroleros en Oriente Medio. Critican que la agricultura vertical no es más que una toma de poder para un medio de producción que podría perjudicar a las economías en desarrollo y crear aún más distancia entre naturaleza y humanos.
¿Y su precio?
A pesar de sus beneficios prometidos, la agricultura vertical es un nicho que nunca ha despegado, en gran parte porque los altos costes de propiedad, energía y tecnología dificultan su comercialización.
No obstante hay quien sí apuesta por ello. Crop One Holdings, empresa de granjas verticales, hizo negocios con Emirates Flight Catering por valor de 40 millones de dólares para comenzar con la instalación de cultivo vertical más grande del mundo cerca del aeropuerto de Dubai. Esta instalación podrá cosechar hasta 2.700 kilogramos de verduras de hoja verde al día, sin pesticidas, y para usar en las comidas de sus aerolíneas.
Según la directora general de Crop One Holdings, Sonia Lo, la instalación es viable debido a su escala base de bajo costo. La iluminación LED es barata, y además, se estima que en EEUU el mercado de verduras de hoja verde crecerá entre 8.000 y 50.000 millones de dólares en los próximos años.
Asegura que los precios seguirán bajando y que la agricultura vertical podría suponer más de la mitad de la producción.
Aunque hay muchos colectivos que están especialmente entusiasmados, como arquitectos, urbanistas e inversionistas tecnológicos, lo cierto es que la idea aún parece estar muy lejos de desempeñar un papel serio en la alimentación del mundo.
Tim Lang, profesor de política alimentaria en la City University London, describe la agricultura vertical como “ridícula”, “exagerada” y una “inversión especulativa”.
En cualquier caso, y sea cual sea la opinión que cada uno se forme, es una alternativa que está siendo estudiada y que podría tener ventajas futuras. No obstante, sería necesaria una pausa adecuada para pensar acerca de sus consecuencias en la economía y en los efectos que tendría a largo plazo.